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Wednesday, April 21, 2010

Lucas 18: 9-14

“Hoy te agradezco por todo los que has hecho….” Así dice una de las canciones de adoración, aunque a veces como el fariseo del pasaje, damos gracias con una actitud no agradable a Dios. “No entiendo cómo me hiciste tan perfecto Señor”. “Si me vieran los imperfectos esos que no saben cómo orar”. La actitud es lo que lastima al Señor, donde todas las cosas buenas que hicimos, se tiran a la basura, cuando caemos en una actitud de superioridad hacia a otros que realmente nos lleva a perder puntos con Dios. Mateo 6:6 dice: “Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento… y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público”. Está bien dar testimonio de lo que Dios ha hecho en tu vida pero hay que cuidarse de no pasarse de límites. Varias veces hemos caído en una actitud de vanagloria cuando nos comparamos con otros diciendo: Yo soy más. Pero la Palabra dice que mayor es el que está en nosotros, no dice el que está en mi me hizo superior a todos. En cambio el otro, el publicano, reconocía que él era pecador. También tenía una actitud, pero esta era diferente. Con una actitud más humilde, Dios no te deja desamparado. “Comerán los humildes, y serán saciados” (Salmo 22:26). Jesús justifica, ayuda, justifica y enaltece. Isaías 29:19 dice que los humildes crecerán en alegría en Jehová. Podemos ver también que el fariseo no tenía una alegría autentica, el se gozaba al saber que la otra gente crea que él era mejor, pero cuando estaba solo ¿qué pasaba? Qué triste es saber que nuestra felicidad está basada en la desdicha de otro. ¿Qué clase de vida cristiana es esa? Esa actitud no solo se encontraba en el tiempo de Jesús, lo podemos ver en la actualidad también donde nos preocupamos por lo que piensa nuestro hermano en vez de agradar a Dios. En vez de eso, alabémonos en entender y conocer a Jehová (Jeremías 9:24) Dios te bendiga. Marcelo Bustos

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