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Wednesday, March 30, 2011

Génesis 8:6-9

Cuarenta días y 40 noches de lluvia. Luego 150 con la tierra llena de agua. En nuestras vidas a veces no para de llover, e incluso después las consecuencias de los días malos pereciera que no se terminan. Dice el versículo 6 que Noé abrió una ventana y envió un cuervo que iba y volvía. Cuando las cosas van mal en nuestra vida, llamémosla lluvia continua, nosotros somos semejantes al cuervo, vamos y venimos a la iglesia y no nos quedamos. Nuestra relación con Dios es similar, cuando estamos en problemas clamamos a Dios, ponemos la petición con los hermanos, queremos que se hagan cadenas de oración. Cuando la lluvia calma comenzamos a “salirnos” de la casa de Dios y eventualmente volvemos como para que no nos extrañen esperando que las tierra este seca(v.7). Cuando el diluvio que azotó nuestras vidas paso, y ya no hay secuelas del problema, ni nos acercamos más. Ya tenemos libertad como el cuervo para deleitarnos de lo que hay afuera. Recordemos que había animales muertos después de la lluvia y los cuervos se alimentan de la escoria, de lo que dejo la muerte. Cuando andamos en nuestros delitos y pecados, no nos acordamos de aquel que nos llevo de las tinieblas a la luz. (1 Pedro 2:9) y preferimos volver a nuestro viejo lugar. Nos olvidamos que estuvimos en el arca protegidos y ahora con la ventana abierta hacemos lo que queremos. Que distinto a la paloma, la misma situación, el mismo espectáculo afuera pero ella decidió volver a donde estuvo segura por tanto tiempo. Y luego que volvió de inspeccionar, regreso con el olivo en el pico (v.11) con la victoria entre sus dientes. Dios nos deja que veamos lo que hay afuera y depende de ti si quieres ser cuervo o paloma. Si quieres arrepentirte o no. Si dices que si a Dios el está dispuesto a extender su mano, tomarte y no echarte de su presencia jamás. (Juan 6:37) Dios te bendiga. Marcelo Bustos

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